Con esta magia del encuentro
yo quisiera decir que durante
este silencio innombrable
yo podría pasarme dormitando
junto a ti como un animal cansado
y agradecido con los árboles
que lo arropan.
No se puede poner precio alguno
a la bondad con que asumes
y me miras, yo quisiera
poseer unos mil años para regalártelos
abultados en esta historia de perdón
y amor tiernos.
Subo a la dulzura de tu cuerpo
como un milagro
conduciendo lo que no me pertenece
olvidando la maldad y los errores
cometidos; de la misma forma
en que las bocas ríen
y las manos se desangran al deseo.
Bendita sea esta gloria de tenerte
como el vino a los labios
y los dolores a un corazón.
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