A Vicente
I
En un cielo de dragones
ebrio y desvelado
manoseado por los ojos
transcribo mi silencio disfrazado
esta tranquilidad que permite el estar
lejos
en no sentirse poseído y ser de todos a
la vez
(algún día partiré por siempre
cruzaré distintos climas
romperé las noches con mi voz
deshojaré a la vida
amaré como se debe y como no
y si se puede : volveré)
II
El guerrero que traigo en mí,
después de viajar y recorrerme toda el
alma,
sin querer, sin que yo vea,
se me escapa
como una luna, como un sol
como la lluvia, (como un yo
yo)
y es difícil entender a su lealtad
a su descaro, a su razón
a su ternura o sus deseos
es difícil prenderle fuego a sus sueños
a sus piedras, a su agua
a su vientre, al corazón
pero una verdad:
es el signo dictador
de la forma y los colores de mis ojos
de la tensión y del descanso de mis
manos
(es por eso que lo guardo y lo protejo)
Ven tú, si tú
que te imaginas el tono de mi voz,
te susurra, te habla
acércate, acércate más
es el guerrero
¿lo sientes?
¿lo escuchas?
¿me sientes?
¿me escuchas?
Entonces, sabes lo que es la poesía
III
Perdona pues, mi risa
perdona por favor
pero hoy es grande mi alegría
pues noto traer mil sentimientos
creados, inventados, robados, prestados
qué se yo
pero me permitan comenzar con una cosa
y terminar con otra
(como el beso en el río
nos lleva a desembocar a algún mar)
y lo mejor de todo es que soy yo
- la nada y lo que es –
ah! sí, sí y tú
tú que estás desde tan lejos
tomándome la mano.
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