Voy a empezar
con esta frase que ayer pensé:
“cuando uno está escribiendo, revive
cuando no se está escribiendo, se vive”
… hoy veo unas piernas frágiles al sol,
una paloma blanca
cruzando los vapores
que se escapan de los sueños.
veo una fuerte mujer
caminando sobre su dolor
veo mi mano escribiendo
acerca de sus ojos claros
que se vierten en mi niebla
despejando todo inicio de muerte.
Nada logra arrebatarme
su imagen de luz
como si trajera
un sinnúmero de colibríes
prendidos de su cuerpo
como si se hubiese quedado
-por placer –
alguna estrella en su interior.
Tiemblo de verla tan viva
y me decido a poner mi corazón
entre sus manos
porque sólo una laguna
recibe suavemente
a las nubes perdidas.
Ahora tengo que hacer
a una lado mi alma
para beberme la suya
con sus vientos de inocencia
(los que yo puedo sentir)
con su torrente de sonrisas
(para diluirme en ella)
con su mano extendida
para llevarla a comer flores
para palpar la vida
(que me quito y te regalo
para elevar un verso
de espejo a la mentira
(y que sola se derrumbe con su rostro
mirando como es una cuerda
floja, resbalosa y sin cordura)
para bañarla de amor
y cederle mi temperatura
antes que se congelen
sus ojos claros
mis ojos claros
sus ojos de viento y claridad
de amor y claridad
de sueño y claridad
de dolor y claridad.
Hoy con solo verla
he visto demasiado
y me voy
sin haber terminado
de empezar.
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