martes, 13 de agosto de 2013

El día infinito

Dulce
mi dulce día
amanecen mis ojos a tu luz
despiertan mis sentidos a tu voz
yo me calmo sin perder a la alegría
sin perder el hermoso temblor
que le provocas a mi alma.

Tú eres pequeña y suave
suave y hermosa
hermosa y dulce:
            día.
Insisto en que me extiendo hambriento
buscando entre tus hojas tu calor
y busco, busco y busco hasta encontrarme
con un poco de miedo
            con un continuo amor
y es que pasa
que estoy acostumbrado a andar vestido
y al sentir los montes de mis brazos
y aspirar todo el lenguaje de mi sangre
me descifro
            con el temor de conocerme;

Por eso ves que necesito de tu manto;
            por cuando me arde el alma hasta el desborde
            por cuando enfrento con mis miedos espinosos
            por cuando mis risas en una solo se reúnen…

                        …solas, lejanas
                        lejanas y solas

Ya se acuesta el mediodía en el firmamento
yo me fundo, fundo y fundo con mi amor
y me suenan tan dulces los anhelos
como dulce suena la mañana de una flor.

Sincero y verdadero me coloco
en una nube que viaja hacia el perdón
perdón que no se alcanza sin olvido
olvido inalcanzable sin perdón.

Una montaña se abraza a su crepúsculo
yo me abrazo a ti mujer
¿a qué más puedo?
con esperanza
con el fin de hacerme fuerte
para convertirme en ángel
en dios
lleno, completo, total.

Y me da gusto mirar
que de la montaña y su crepúsculo
bajan dos querubes;
ah! tus ojos
dos espíritus femeninos
            tus manos
y pienso que en lugar de las heridas
tengo un corazón que por ti late…


Y cuando atrapamos el amor en nuestro beso
siento cómo escurren ilusiones
cómo es importante estar callado
y gozar de alguna noche a luna llena
            (aunque sea inventada por nosotros)
aunque ignoremos lo pasado
que resiste a pesar de las caricias.
y a veces cuando pienso en lo ya hecho
entonces de verdad, quisiera
no pedirte ni una gota
            de todo el aguacero que tú eres,
ni un cabello de tu fertilidad a cuestas…
(sí, sí, quizás una palabra, un guiño,
una mirada que me pueda dar la vida).

Ya hace un rato que nos amamos en la noche.

Hace un día infinito que te quiero
                                que te quiero
(dos veces para que me entiendas)
que te quiero
que te quiero

            más que más.

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