martes, 13 de agosto de 2013

Ocho poemas de sangre

I
Si supieras que te miro
y si observaras mi forma de verte
seguro que temblarías
seguro que pedirías al cielo
una respuesta,
           algún indicio de mi presencia
seguro que mirarías los árboles
para buscarme en ellos
para saber si son mis ojos las ramas
o descubrir  en ellos
los pétalos de mi voz que escribe.

Habrá días y habrá reflejos
de nuestras ventanas a flor de piel
y querrás entrar en mí
y querrás enterrarte en mis manos
y querrás saber de donde vengo
cuál es mi objeto
y mirarás en mí
algún pedazo de tu alma
porque de todos modos nos unimos
somos agua del mismo manantial
clima del mismo temporal
almas
            almas
                        con la misma
                            eternidad.

II
Como en espera de algún turno
o del paso de una estrella fugaz
en el horizonte,
todavía te imagino clara, cambiante
¿sonríes?
¿estás sonriendo?
¿sí?
porque si llegas a dibujar una sonrisa
esa sonrisa seré yo
así podrás pensarme…
no es tan fácil exponer el corazón.

Pretendo tu breve mirada
y más que la mano de tu alma
has de saberme nube
ojos, suelo, sangre,
has de saberme espíritu
nada, sentimiento, paz
          y las cosas que me faltan
aquellas; las que representas…
 posiblemente mis ganas de abrazarte
 sean porque, a veces,
 suelo ser un árbol
             o un cielo
o porque de verdad quiero.

Ahora,
          cierra tus ojos
          con calma.
          Imagíname
          y siente
               mi
             beso.

III
Me arrastras hacía ti
con tus ojos suaves y fuertes
cual hoja columpiada por el viento
cual ave nacida de tu piel
haciendo mi voz tan tuya
(ten cuidado porque se hunde en ti
no te vaya a poseer)
…voy a besarte en la noche
para que nuestras bocas se entiendan
sin temor
               sin pena
sin abismos ni dolor:
eres la que me anida
        la que me escucha
el reino de la paz
mírame bien
derríteme en tu cuerpo
que quiero descansar de los sonidos
quiero estar lejos de mí
y colgar mis pies en el reposo
apaciguar mi alma
regalar mi corazón

            bañarte de mí.


IV
Para que veas que me estoy desangrando
y sientas cómo no te miento
te escribo sí
como el sol escribe el nuevo amanecer
día con día en el firmamento
como estar llorando
y a la vez lloviendo…

  te escribo con mi piel encendida
con mi voz arañando los vientos
  con mis manos jugando en el aire
con mis labios entreabiertos
  desafiando mi respiración
  que ha de volverse tu aliento.

Como un papel de china jugaré
envuelto entre tus sueños
en el rincón más escondido de tu cuerpo
y mi voz te dictará lo que hay que hacer
porque mi voz será tu alma temblorosa
y tu guía mi mirada suave y blanca,
más cuando descanses en mi pecho
sabrás de qué estoy hecho
lo que encierro
lo que aún no encuentro
y lo que abarco
en el centro de tus manos.

No te digo que sí
No te digo que no
        te digo.

V
Tierna,
tierna como una lágrima
dulce como una nube
sutil como una sonrisa
estás presente como el viento
podría sentir en mi rostro
el olor de tus cabellos
la temperatura de tus manos
y tu cuerpo
tu cuerpo como un monte suave
cual si fuese un río de metal fundido
o una gota de sangre
en la que puedo descansar.

Voy a columpiarme
de los cabellos del sol
y cuando vuelva
te besaré tanto, tanto
hasta que tu y yo
                        juntos
seamos la totalidad
                        de
                        un
                        beso.

VI
Poema?
La voz
el arte de mirar tu piel de plata
la gloria de saber que tú me miras
inquieto,
            recostado en la sonrisa.
Tengo miedo de un último beso
de secarme
                        de tenerte.

Mi alma se encuentra en ti
en lo que ríesen lo que eres
en las ganas que cruzan las manos
y se resbalan sin deshacerse

¡Qué se me caigan los ojos!
que se me pierda la piel
que se me esconda el alma
ahogada de ti!
llena,
            sin el cansancio absurdo
            fantasmal
cual laguna que se quiebra
en el cuerpo de la tierra
para tallarte
        nueva
en el curso del amor.

VII
Porque partir será
como arrancarme la voz
y volver sin nada a la tierra
de donde vienen los sonidos.

            Como arrancarme la voz
            sin la vida de tus besos
            sin el alma de tu piel
            sin la verdad de tu mirada.

Y volver a la tierra sin nada;
sin ti
más muerto que perdido
y más perdido que lejos
sin ti
apagado, triste y callado
sin ti
extrañando que me reconstruías…

De donde vienen los sonidos
me resbalo cual viento sin frescura,
y le hablo de mi vacío al sol,
a tu recuerdo
               a tu espacio en mí
a las piedras donde choca mi ternura
y siento pena
                        pues no sé si he de tenerte
                        pues no sé si me tendrás
y sin embargo,
                        esperanzado,
buscaré todos los días
el encuentro más cercano con tu olor
la distancia más pequeña con tu alma
para ver,
            si acaso no has devuelto tu mirada
            si mi voz no se ha escapado
para ver, si aún te puedo regalar una canción
            como un sueño permanente
            como un conjuro protector
            como un número infinito
            como dar mi corazón.

VIII
¡¿Dónde está mi niña?!
la que nunca fue
            la que yo perdí…

En el alma del viento?
en los labios del mar
            que no sonríe?
en la espalda de las palabras
            que nunca dije
y que hoy se resbalan por mi boca
como el dolor de la navaja en piel?

            Muerto habría de estar.

Sin voz ni ojos
sin una sonrisa que me abra el pecho
cayendo,
            temblando,
                                   sangrando
con el dolor de la falta de mi sueño
            que eres tú.

¡Que realidad tan absurda
       sin tus cejas soy!

Ya creo que nada me queda
  miro que tienes más de mí
            qué bueno niña
                        qué bueno

Indudablemente me dueles.

            Indudablemente.


Creo que voy a llorar.

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