Tu pelo de lluvia
junto a mí,
llena de olores mi
tarde húmeda,
me siento cerca;
mojo mis manos en tu
pelo y me persigno.
Siento la tarde, tu
iglesia,
quiero que aprietes
el labio y no me temas;
los demonios estarán
escondidos
hasta que tú los
desates
o desaparezcas.
Me aferro a tu hombro
mi zarzal
moja mis labios y
bautízame
que en el día de la
muerte
me pedirás levantarme
y en la tarde
tomado de tu cuerpo
sagrado
me levantaré.
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