¡Oh! que va y que
viene,
precipitándose a ras
de viento
a razón del
movimiento pendular
como una gota de agua
en un cilindro.
Viene y va,
que viene cansado de
vagar
yéndose que va
quedándose
arrumbado sin saltar.
Que va cayendo aquí y
allá,
golpeándose,
quebrándose,
es un lirio que ha
empezado a deshojar.
Viene y va que viene
pero casi siempre se
nos va.
El soplo de un
arrullo que me toca el cuerpo bien,
espalda, pies,
cabeza,
ritos melodiosos del
querer;
del querer que ya no
vuelve
del que nunca va a
volver
del que vuelve y no
es el mismo
porque él mismo ya se
fue.
Ya no vamos a
encontrarlo
ya sabemos que se fue
que se fue sin
despedirse
ni siquiera volteó a
ver.
Una parte se quedó en
el corazón atado
pero al querer
desalmado ya pa’ qué lo quiero yo.
Que se quede
arrinconado
y que coma de mi piel
que algún día ya le
hará daño
porque a un muerto en
“todos santos”
sólo así, y a veces
ni eso,
es cuando se acuerdan
de él.
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