El invierno es un respiro hondo y suave
para tomar las riendas
del año que avecina.
Ya se viene el tiempo señor, ya viene.
No puedo decirle que nos va a caer nieve
derrumbándose del cielo,
ni que se va a colgar de las copas de los árboles
o que vamos a ver cruzar renos por el horizonte azul.
No señor, no puedo ofrecerle que lluevan juguetes
o estrellas novatas de la luz,
ni quiero siquiera pensar que todos tengamos esferas
o suéteres
ni mucho menos una piscina de monedas.
Pero sabe usted;
en este, mi país, todos nos tomamos de las manos y reconocemos a la
niebla
y el invierno nos hace tan dulces y tan bellos,
que la felicidad se da en cada uno de nuestros encuentros:
en un honesto cohete, en una bolsa de dulces,
en nuestras sencillas cenas, en nuestros juegos a tiemblos,
en esta divina de manera en que nuestra gente
proyecta una aurora de luces y colores
sobre al faz de la tierra…
y es entonces cuando siento que el
mundo entero se contagia.
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