Venías
a mí como una noche jugosa,
plagada
de misterios húmedos;
de
los pensamientos que acontecen al
caminante
cuando observa el paisaje
que
brota ante sus ojos incrédulos
y que
sabe, únicamente conocerá;
cuando
lo atraviese en forma lenta,
tocándolo,
asumiendo que lo envuelve,
rodeándolo
con sueños mágicos de
gran
estatua.
Venías
a mí con tu luna roja,
con
tus estrellas en las manos
y tus
aves nocturnas
(deseando
yo un beso antes de dormir);
hablándome
de cosas que no entiendo
pero
que en tu voz se oyen hermosas,
inexplicablemente
bellas
(y yo
esperando el beso).
Acogido
en los brazos de tu noche
-
perfume de mi piel
sirena de mi estanque
perfil de mi sombra
agua del jardín en el que he estado
sembrado-
me
dispongo a descansar
esperando
el beso.
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