viernes, 6 de septiembre de 2013

Caracoles

Joven, muchachita!
véndame unos caracoles para oír el mar,
sé que trae de mil colores y tamaños
pero sabe usted;
quiero el caracol que es de secreto suyo,
el que tiene minerales y palomas blancas,
el del ruiseñor de voz tranquila...

No joven, no quiero el chico ni el grande
quiero el que aparece por sí solo
cuando más se necesita,
del que salen manos y caricias.
Sí, el que arrulla con su llanto,
del que caen gotas saladas
pa’ cuando uno no puede llorar...

No, no, no; no el dorado ni el negrito
ni del que salen muchas monedas,
quiero el que echa risas y versos;
el que cuenta su versión de haber
salido de la mar en las alas de un pegaso.

Quiero el de sus ojos, caracola sin amor.

seño,
quizás le estoy pidiendo miel y brazos
o ese musgo de su voz que se me pega cuando habla.

seño,
quizás esto no se trata de dinero
ni de caracoles, ni de mí.

Sí, quizá se trata de nosotros
y de esta sencilla forma
en que declaro a usted mi amor.

Mi caracol, mi caracola-caracol.

Sí, mi muchachita
véngase conmigo
que en mi concha
estoy seguro

sobra espacio pa’ los dos.  

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