Las hojas están
cayendo sobre el parque
el aire baila
lentamente
como no queriendo
tocar lo que se mueve.
Estoy parado al
centro sobre la niebla
se humedecen mis pies
como sangrando
no se intimidan
mueven los dedos como reconociendo el
pasto
volviéndose él
advirtiéndome que
estoy levantado
que tengo las manos
atadas
pero el árbol me
pertenece.
Los segundos se
derriten sobre la piel del mundo
un espeso vino cae
sobre mis labios
se resbala a mi
garganta, al pecho, brinca
como la lava,
quemándome, quemando.
Tiemblo y aprieto mi
árbol desnudo
lo voy a recostar
sobre mi espalda
mintiéndome que no
pesa, que es ligero.
Voy a acomodarme
pecho a tierra
con mi árbol sobre mí
para dormirme.
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