viernes, 6 de septiembre de 2013

Estas noches

En algunas noches,
suavemente se descubre uno la cabeza
y al secarse el sudor de la frente,
también se secan las calles de
nuestros suburbios internos
y uno asume que así debe ser,
que no habrá mal que dure cien años...

Súbitamente se abre una ventana poderosa,
llena de luces y olores provenientes de
algún amanecer desconocido, que
seguramente traerá buenas nuevas
o por lo menos, un sonido que doblegue
el rostro, para derretirse un sonrisa
que puede ser a medias, sin necesidad
de llegar a carcajada.

Solamente en estas noches,
         buenas noches,
emergen versiones de las historias propias
que se acercan a lo creíble;
versiones diáfanas, clarísimas;
permitiendo el extraño sudor de nuestras manos
que no tiene ni el más remoto acercamiento a la sal
sino más bien, a las aguas dulces de los lagos
llenos de peces y sirenas descansando
junto a un árbol frondoso y húmedo.

Y a medida que el cuerpo se disfruta
en su nueva versión de paisaje anhelado,
de paisaje vivo;
poco a poco adquiere ritmo propio, natural,
casi con tonalidad de canción o verso
que lo acerque no a la perfección
o a la calma,
sino mas bien a la armonía jugosa
de una vida.

Solamente sucede en estas noches;

buenas noches. 

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