Ahora que la tarde apremia
versos
llenos del calor que
irradia,
cuando mi cuerpo tiene la
certeza
de estar dedicado a ti,
te escribe.
El tiempo cae en gotas de
sí mismo,
desvanece en vapores de
segundos
que no tienen la intención
de perpetuarse;
mucho he visto ya este
paso lento
y varias veces que me he
quedado inhabitado.
Preciso es decir que ahora
es distinto
que mis horas tienen
nombre destinado
como destino tiene el
cauce de los ríos,
que mis ojos tienen más de
boca sonriendo
que de mundo de noche
y que he decidido
someter mi necedad y mis
defectos
en el horno de tu cuerpo
claro
para salir curado de mí
sanado de mí
para quererte.
Si he desperdiciado
atardeceres,
gastado mi garganta en
falsos credos
y puesto mi cuerpo en mil
vacíos;
en este sol que va a
dormir
te prometo, pues, mi fe
mi esperanza y mi futuro.
Te confieso así mi amor
que es una estrella que
solamente luce bien
cuando habita entre los
brazos de tu cielo
y que para siempre
alumbrará tu corazón.
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