"Fuimos
al mar y mojamos los sueños"
J.L.Guerra
I
Los
sueños se forjan en el alma
en
la presencia de la tarde
en
la cama de la infancia.
Los
sueños hacen que crezcan nuestras manos
para
poder alcanzarlos;
o
caen suavemente como atardeceres
o
en pequeños grupos como hojas.
Los
sueños se acumulan en la piel
se
forman en el mejor extremo de nuestro corazón,
se
nutren de las entrañas benignas
y
viajan entre la sangre limpia de la ilusión.
Los
sueños son para existir
o
para alimentar una esperanza
o
para soportar una existencia.
II
Los
sueños crecen también.
y
un día encuentran su mitad:
se
unen,
se
comparten,
y
después;
con
amor y calma
fructifican.
A
los sueños les gustan las mujeres.
El
leve roce, el labio que se muerde,
los
ojos que brillan, la carne que tiembla,
el
cuerpo que los acoge,
el
alma que los riega.
III
Los
sueños vienen y van como olas,
se
adornan de tremendos arrecifes
cubiertos
de playas claras
doradas
de sol y de tiempo.
Los
sueños vienen en pequeñas conchas,
en
peces que nunca duermen,
en
mareas que se levantan
para
impulsarlos al infinito;
vienen
en algas y semillas,
en
vientres de mujeres que aman.
IV
Los
sueños florecen
en
las manos que se juntan
para
enviar una oración ferviente,
y
por lo general;
los
sueños flotan en las iglesias,
viajan
en dunas eternas,
en
voces de aficionados que cantan,
en
guitarras, metal o percusión;
pero
es seguro que están sonando.
V
Los
sueños de los muertos vagan
a
través de los segundos y los años,
se
dan de generación en generación,
se
incrustan en la piel de las familias;
son
como lindas mascotas perdidas
que
encuentran casa en almas diferentes
y
se reciclan para no desaparecer.
VI
Los
hay individuales y por vocación,
por
parejas en amor,
por
grupos sólidos como cometas,
libres
y oprimidos,
voraces
y secundarios,
a
plazos cortos y largos,
infames
y divinos;
pero
todos serán siempre respetables
porque
todos tienen nombre
aunque
busquen siempre un apellido.
VII
A
mí me gustan los sueños compartidos;
los
del amigo, el familiar, los del hermano,
los
que brillan en los ojos de la mujer embarazada:
que se iluminan de soñar,
que crecen de
esperar;
los
que duplican a su suerte
y
doblegan los destinos;
los
que permanecen.
Mis
sueños son para ti.
VIII
A
los sueños hay que remojarlos siempre
para
que al sacarlos del bolsillo estén allí;
frescos,
tiernos y seguros
como
la fruta o la flor que fue cortada
para
dar gracias a la vida
y
así;
por
fin tranquilos,
avanzar
de nueva vez
hacia
el mañana.
IX
Los
sueños se hacen canción,
libros,
edificios, poemas,
ciudades,
religiones, mitos,
películas
excelentes, relaciones interminables,
sólidos
recuerdos, grandes amores,
maravillas
extraordinarias, infinitas, insondables;
pero
tú y yo que vivimos en la tierra
y
que solamente nos tenemos;
hemos
decidido convertirlos
en
aquel dulce milagro
que
es un hijo.
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