jueves, 26 de diciembre de 2013

A la luz de la niebla blanca


A la luz de la niebla blanca
me asomé a la ventana y vi futuro.

Sonreí de buena gana, alcé los ojos,
bendije y aspiré profundamente el porvenir.
Me dije que ahora sí,
que en el inmenso camino de la vida
andaría con el corazón abierto,
los ojos puestos a los detalles del sendero,
la sonrisa dispuesta,
una mano abierta a la caída de la lluvia,
a la corteza del árbol, al pasto verde,
a la piel de ese animal blanco que es la niebla
y la otra mano para ti, para tu caricia y tu sueño.

Que la negra oscuridad,
la lágrima que opaca las miradas
el misterioso deseo que nos embriaga
la feroz carne
el frío metal del abandono
el abrazo ausente
la liberación de lo pasado
las gotas de la tristeza
y lo que no ha llegado, he visto suceder.

Mi tránsito tiene que ver más con mis pies
y mis deseos, que con la más elemental
ley del movimiento.

La relación de causa y consecuencia
tiene que ver más con mi vida y mi elección,
que con la simple enseñanza del concepto
en que se entrelazan las historias.

La sucesión de días,
el acomodo de planetas y constelaciones
tiene más que ver con lo que debo admirar,
que con lo que puedo cambiar.

La vida misma es el conjunto
el universo personal
el horóscopo y las predicciones
que uno hace para sí mismo,
para su entorno.

Las decisiones de hacer, lograr, cambiar, poder,
nacen dentro de cada corazón a su debido tiempo;
porque ésas sí
tienen que ver más con el diario acontecer de nuestra vida,

que con lo que puedo yo escribir acerca de ellas. 

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