A la luz de la niebla
blanca
me asomé a la ventana y vi
futuro.
Sonreí de buena gana, alcé
los ojos,
bendije y aspiré
profundamente el porvenir.
Me dije que ahora sí,
que en el inmenso camino
de la vida
andaría con el corazón
abierto,
los ojos puestos a los
detalles del sendero,
la sonrisa dispuesta,
una mano abierta a la
caída de la lluvia,
a la corteza del árbol, al
pasto verde,
a la piel de ese animal
blanco que es la niebla
y la otra mano para ti,
para tu caricia y tu sueño.
Que la negra oscuridad,
la lágrima que opaca las
miradas
el misterioso deseo que
nos embriaga
la feroz carne
el frío metal del abandono
el abrazo ausente
la liberación de lo pasado
las gotas de la tristeza
y lo que no ha llegado, he
visto suceder.
Mi tránsito tiene que ver
más con mis pies
y mis deseos, que con la
más elemental
ley del movimiento.
La relación de causa y
consecuencia
tiene que ver más con mi
vida y mi elección,
que con la simple
enseñanza del concepto
en que se entrelazan las
historias.
La sucesión de días,
el acomodo de planetas y
constelaciones
tiene más que ver con lo
que debo admirar,
que con lo que puedo
cambiar.
La vida misma es el
conjunto
el universo personal
el horóscopo y las
predicciones
que uno hace para sí
mismo,
para su entorno.
Las decisiones de hacer,
lograr, cambiar, poder,
nacen dentro de cada
corazón a su debido tiempo;
porque ésas sí
tienen que ver más con el
diario acontecer de nuestra vida,
que con lo que puedo yo
escribir acerca de ellas.
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