Las
palabras giran al caer,
son hojas
que el viento de otoño
infla como
burbujas de colores y tamaños diversos,
se truenan
al salir de la boca
salpicando
las mejillas de los niños.
Hay
palabras que bajan en el deshielo de las montañas
inflamando
los ríos,
jugueteando
con los pececillos.
Cuando las
águilas pasan volando por sobre la corriente,
las
palabras se ven como pepitas brillantes
del oro
con que se conoce al mundo.
Mi palabra
te dice,
te nombra,
reclama tu
presencia.
Soy una
persona muy simple
pero al
acompañarme la palabra,
algo
cambia, difiere la versión de lo real,
escucho e
imagino,
siento
vibrar entre las venas las vocales
y las
consonantes golpeando con su voz
la boca de
mi corazón.
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