Las
diversas estaciones de tu cuerpo,
la oración
mil veces dicha,
el oleaje
marino de tus besos,
el
descanso nocturno de las almas
y el
prodigioso amanecer de tu sonrisa.
La risa
infantil, cuyos pequeños motivos
engrandecen
los hechos de los días,
el
incesante proceder del viento,
la
incontenible cascada que desborda
y las
palabras que tus labios me decían.
La fortuna
de tenerte
y el dolor
de dejarte diariamente.
La
corriente subterránea de mi ser,
el eco
puro del sonido
y la paz
de encontrarte nuevamente.
La marea
de tu amor,
el ciclo
lunar de tus caricias,
el
estribillo de tu pelo,
la ráfaga
de tu verdad,
el
prodigioso cumpleaños,
las tardes
oscuras de la muerte,
el caudal
de tus venas,
la
constante y siempre repetitiva
belleza de
volver a verte.
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