La tímida calle revienta en luces multicolores,
porque no sabe qué hacer con tanto que le brota.
A punto de oscurecer, cuando la carne descansa de su día,
la fortuna no se asoma a más que se le solicite,
(curiosamente vendrá en el momento que se le antoje).
A punto de oscurecer, cuando las puntas del cabello solar
iluminan las copas últimas de los árboles despiertos,
la sonrisa comienza a brotar con una espera;
es decir, que también la espera en la sorpresa
es la viva imagen del porvenir.
II
¿Qué tiempo tiene de estos días?
¿A qué distancia no puedo perder tus ojos?
¿Cuál es la fuerza con que ajeno a mí, yo me detengo?
¿Qué es lo que han aprendido tus manos
que no se esfuerzan por tocarme?
¿Qué tanto he perdido yo que no puedo pensar
en otra cosa que no sea lo que has ganado tú,
que no te permite con una rabia precisa ir a buscarme?
¿A qué deshoras del mundo conviertes mis horas en vida?
¿Con qué energía del universo tú me atraes?
¿Cuál es el secreto de tu boca para callar la mía?
¿Qué cuerdas siguen atando tus manos que no me buscan?
III
Salvar la noche es una declaración de tu existencia,
de lo mucho que yo no sé más que por ti,
de las millones de noches en que sé lo tanto que mi
corazón te espera.
Hoy ha venido la lluvia repitiendo tu nombre en sus
goteras,
hoy esa misma lluvia me ha hecho sonreír.
Hoy,
como desde hace mucho tiempo,
mi corazón no se cansa de decir que tú
salvas mi noche.