Es tuyo y
está sobre mi almohada.
Curioso cómo
una cosa tan pequeña nos delata
dejando
rastros del amor que nos tenemos,
indicando
pistas,
resolviendo
el acertijo de la soledad.
Me hace
verte,
evocarte
en la fracción más delicada de un segundo,
con esa
prisa del que muere y ve su vida.
Yo te
revivo de esa ausencia que aprisiona.
La calma
vino a mí.
Y con el
sonido indetenible de quien duerme junto a un río,
mi cuerpo
descansó sobre la cama
y el
cabello tuyo que a mi lado reposaba,
hundió la
esencia de tu cuerpo en mi colchón,
sentí
entre sueños tu presencia,
te abracé
con la carne imantada de ti
y dormí
como nunca había dormido.