jueves, 7 de agosto de 2014

Despertado




A mi padre, 
quien ha despertado.
Cómo no sentir estas ganas renovadas,
esta calma furtiva,
desbocada por la piel y los nervios
circulando como la luz en línea recta.

Cómo no agradecer la fortuna
de no tener que hacer versos funerarios
ni elevar rezos petitorios.

Cómo evitar sentirse con el brillo de las hojas
cuando justamente acaba de llover,
cómo sin la sonrisa,
cómo sin la mirada que al encontrarse con la otra
se comprende.

La bienvenida del hombre que fue a la luna y regresó triunfante,
la voz que retomó su acorde cotidiano,
el milagro de la Dama de noche,
la sorpresa del suspiro de la vida al nacer, al renacer,
el tacto pendiente, retenido; no despierto, despertado.

Y a esa incredulidad acaparadora de la esperanza,
madre de las heridas que punzan,
astuta compañera del conformismo,
asesina de los sueños y magias,
hoy la vi perder.

Lo espléndido, lo fascinante, lo asombroso,
los prodigios, las maravillas, las quimeras;
están para que alguien se asombre,
se fascine, conozca lo espléndido,
se maraville con el prodigio y la quimera,
pero sobre todo
para que sepa, comprenda y se asegure
de que existen.

sábado, 5 de julio de 2014

El lienzo






















Parado frente al lienzo en blanco, se ve.
Se ve y no se va.
Piensa en reflejos de textura y color,
en desnudez de piel y curvas,
en el sudor más hermoso del mundo.

La mente no fija una sola idea:
formas, sonidos, sentimientos,
desbordados ríos, lunas no esperadas,
cristales de colores, papel de China,
recortes de recuerdos, pedazos de futuros
y en las manos, el presente en un pincel.

Toca el lienzo, la piel desnuda,
pinta, diseña, dibuja, colorea,
da vida con sus besos…

¿Quién le dirá que su libertad es la que pinta?
¿Quién le dirá que este es su territorio?
¿Quién le dirá que tiene que creer en lo que aún no ve?

¿Quién le dirá que es por su amor que el lienzo cobra vida?

Bienvenida





















A Liz.
¿Qué pared soy?
¿Qué tipo de semilla te trajo a mí?
¿A quién le he de agradecer tu húmedo recorrido?
¿Qué tanto sabes de mi silencio, de las tormentas recibidas,
del implacable sol sobre mi pecho?
¿Cómo es que lentamente vas habitando mi áspera piel?
¿Qué sucede que me avanzas, que nada te detiene,
que trepas en mí como si fuese algo que siempre has conocido?

El tiempo avanza: tú me pueblas.

Y yo quieto,
callado,
muro…

El viento acerca tu perfume,
la quietud me trae tu olor
como un incendio de maravilla y polen,
y de alguna forma la piedra se dobla,
hunde su pecho con sobrenatural fuerza,
encalla, aprieta cicatrices y tatuajes…

Y si en un pequeño instante siente flaquear,
tu sólo olor la reverdece;
porque ahora es tiempo de darte a ti, mi corazón,

la bienvenida.

Apretar

Voy a apretar mis manos para que callen
el inmenso dolor de su estructura.
Voy callar mis manos para que no te digan nunca
lo que mi corazón les canta en su latir.
Hoy ha pasado mucho tiempo sin tu beso,
hoy han pasado huracanes sin tu nombre
pero arrasando con todo lo que a su paso encuentran.

Me pienso retirar. No porque quiera.
A veces es mejor observar a las flores, que tenerlas
en un pasillo para uno.
A veces también se me acaban las fuerzas
y no tengo nada qué decir.

Voy a apretar mis manos para que callen;
que hueso y músculo no sirvan más
que para ejercer su propio movimiento,
para que suene la guitarra bajo el temblor de sus acordes,
para que la espera no les canse en desespero.

Hoy voy a apretar mi corazón

para que mis manos callen.

miércoles, 28 de mayo de 2014

Salvar la noche

La tímida calle revienta en luces multicolores,
porque no sabe qué hacer con tanto que le brota.
A punto de oscurecer, cuando la carne descansa de su día,
la fortuna no se asoma a más que se le solicite,
(curiosamente vendrá en el momento que se le antoje).

A punto de oscurecer, cuando las puntas del cabello solar
iluminan las copas últimas de los árboles despiertos,
la sonrisa comienza a brotar con una espera;
es decir, que también la espera en la sorpresa
es la viva imagen del porvenir.

II
¿Qué tiempo tiene de estos días?
¿A qué distancia no puedo perder tus ojos?
¿Cuál es la fuerza con que ajeno a mí, yo me detengo?
¿Qué es lo que han aprendido tus manos
que no se esfuerzan por tocarme?
¿Qué tanto he perdido yo que no puedo pensar
en otra cosa que no sea lo que has ganado tú,
que no te permite con una rabia precisa ir a buscarme?
¿A qué deshoras del mundo conviertes mis horas en vida?
¿Con qué energía del universo tú me atraes?
¿Cuál es el secreto de tu boca para callar la mía?
¿Qué cuerdas siguen atando tus manos que no me buscan?      

III
Salvar la noche es una declaración de tu existencia,
de lo mucho que yo no sé más que por ti,
de las millones de noches en que sé lo tanto que mi corazón te espera.

Hoy ha venido la lluvia repitiendo tu nombre en sus goteras,
hoy esa misma lluvia me ha hecho sonreír.

Hoy,
como desde hace mucho tiempo,
mi corazón no se cansa de decir que tú
salvas mi noche.


De vuelta

I
Vuelvo a mí después de ti,
sin ganas de llegar pero arribando,
con la carga de piedras y texturas,
el olor de tu carne florida,
la incesante ansiedad de tu recuerdo
que palpita y palpita en cada parpadeo.

Vuelvo a mi tierra ajeno de mí mismo,
intentando dejar de cantar tanto el silencio,
con los ojos cerrados de tu sueño
y la lluvia interior que no me deja.

Vuelvo a escribir para escribirte,
para decir aquello que guardaba,
para expresar aquello que me fragua.

Vuelvo a mi espejo diminuto
donde sólo se puede ver uno por partes,
intento conocer todas mis vías,
mis rutas, mis atajos, mis senderos.

Heme aquí, cara sencilla, 
bajo un atisbo que pudiera ser sonrisa,
los hechos dan sus mejores golpes, cual tormenta,
y el cuerpo los aguantará como trinchera en la batalla.

II
Qué larga la tristeza y recio el frío,
siento los ojos llenos de lágrimas que no lloran,
el corazón apretujado, pisado, lento,
la mitad de mí se muere a borbotones
y la otra mitad está temblando.

Había querido contar de mi tristeza,
con su cola que pesa,
la sequedad de su mirada,
el canto que calla,
la mano que no tiene fuerza
para seguir aferrándose a la vida.

Allá, en la otra orilla del desierto que soy
te encuentras tú,
quebrado vuelo,
suelo agrietado,
el derrotado que se mira en el espejo.

Estoy a la deriva,
sin rumbo fijo ni ancla a la que asirme,
fluctúo cual hoja en la caída,
caigo
y
nunca
acabo
de
caer.


El gusto de volver a verte

El gusto de volver a verte
pareciera innombrable
tiene júbilo de fiesta
y maravilla de descubrimiento.

Acercándote con tu cabello hermoso
y tu rostro al descubierto
vas avanzando y haciendo más feliz
esta certeza de volver a verte.

Bella
aire de bienvenida
tu voz es la canción que más me gusta
ninguna fotografía se asemejará a ti de cerca
porque tu presencia es el mejor sabor
que se le pudo haber ofrecido a
este gusto de volver a verte.

Verte
es el eco de ti
el verbo que te incluye en su conjugación
para cobrar nuevo significado
la acción se realiza porque existes
del mismo modo en el que yo me regocijo
con el mundo
por el gusto de volver a verte.

Verte es descubrir todo un sendero
que va desde mi playa hasta tu amanecer
el celebrar, después de la sequía,
que llegan las primeras lluvias
tener la respuesta a una vocación tan añorada
comprobar que los primeros trazos
formarán la casa que imagina el arquitecto
es la respiración de la otra persona antes del beso
es ver la luz del día en la ventana de aquel
que siempre se opondrá a morir.

Pero ahora que lo pienso
me gustaría dejar de verte
para tener de nuevo

el gusto de volver a verte.

Navío


I
Esto es cruzar los océanos:
alejarse del puerto donde uno nació y aventurarse,
alejarse cada vez más pero mirando hacia delante,
hacia la punta del navío,
el navegar con el timón en la mano
aunque a veces nos perdamos en alguna de esas noches
de alcohol y deriva marinera,
bajo cubierta
a la luz de unas guitarras y voces exclamando
la felicidad del viaje,
contando historias,
recordando amores,
extrañando a la patria:
Todo marinero quiere partir para volver;
para contar lo que ha visto,
para a abrazar lo que ha dejado.

II
Ser con el mar,
ser con el cielo,
ser en esa inmensidad cuyas corrientes
mantienen unidos a los continentes de la Tierra.

Ser marinero
golpeado por la soledad y por las olas,
acariciado por el viento y por el sol,
con la piel salada y el corazón
bombeando sueños al interior del alma.

Ser en la misma boca húmeda de la naturaleza,
jineteando en las mareas con un acorazado de metal,
extensión del cuerpo que flota,
de los ojos llenos de mar,
del suspiro que viaja,
del sueño que quiere llegar,
porque sólo aquel que comprenda las mareas
reconocerá la verdadera forma de la vida.

Estar a merced del mar,
de su agua que nadie bebe,
de su furia que nadie controla,
de su sonido orquestal,
de su humedad que purifica,
de su viento que inunda de libertad. 

Repeticiones

Las diversas estaciones de tu cuerpo,
la oración mil veces dicha,
el oleaje marino de tus besos,
el descanso nocturno de las almas
y el prodigioso amanecer de tu sonrisa.

La risa infantil, cuyos pequeños motivos
engrandecen los hechos de los días,
el incesante proceder del viento,
la incontenible cascada que desborda
y las palabras que tus labios me decían.

La fortuna de tenerte
y el dolor de dejarte diariamente.
La corriente subterránea de mi ser,
el eco puro del sonido
y la paz de encontrarte nuevamente.

La marea de tu amor,
el ciclo lunar de tus caricias,
el estribillo de tu pelo,
la ráfaga de tu verdad,
el prodigioso cumpleaños,
las tardes oscuras de la muerte,
el caudal de tus venas,
la constante y siempre repetitiva

belleza de volver a verte.

martes, 27 de mayo de 2014

Tus manos



Te fueron dadas tus manos
y se hizo el alimento de familias enteras
de generaciones distintas.

Tus manos bordando el tiempo
el tiempo escurriéndose entre ellas como agua
y su bordado dando luz a la vida.

Tus manos corrigen,
acarician los sueños y errores
de todos a los que también bendicen.

Tus manos son las celdas
por medio de las cuales el sol
te nutre de energía.
El sol se recicla en ti
en tu voz que por los años temblorosa canta,
en el dicho sabio de tus ojos,
en el suspiro que marcó nuestras infancias,
en la travesía sincera de un consejo.

Tus manos no se cansan de regar
el jardín de la familia,
por eso no se agota tu perfume
por eso no se agota tu belleza.

Te fueron dadas tus manos
para fundar raíces
para tocar ciudades con sus ramas
para entender al mundo
para celebrar con su bordado algún evento.


Para eso te fueron dadas tus manos.

De lo inacabado