Parado frente al lienzo en blanco, se ve.
Se ve y no se va.
Piensa en reflejos de textura y color,
en desnudez de piel y curvas,
en el sudor más hermoso del mundo.
La mente no fija una sola idea:
formas, sonidos, sentimientos,
desbordados ríos, lunas no esperadas,
cristales de colores, papel de China,
recortes de recuerdos, pedazos de futuros
y en las manos, el presente en un pincel.
Toca el lienzo, la piel desnuda,
pinta, diseña, dibuja, colorea,
da vida con sus besos…
¿Quién le dirá que su libertad es la que pinta?
¿Quién le dirá que este es su territorio?
¿Quién le dirá que tiene que creer en lo que aún no ve?
¿Quién le
dirá que es por su amor que el lienzo cobra vida?
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