Ahí vamos tras tu estela llena de colores boreales,
únicos, sorprendentes, increíbles, marmoleados,
lejos de ese cielo que te tiene y tan cerca de esta tierra
que te tuvo.
Lo digo reconociendo tu presencia, tu estancia a nuestro
lado,
la luz de tu carácter, tu insaciable voracidad por la
lectura,
el apoyo paterno, la canción inmejorable,
tu generosidad que no se olvida.
Todo este año he mirado más a la bóveda celeste,
que ciertamente,
guarda esos tesoros que sólo el alma de nosotros acaudala.
Así, que cada año compartiremos la riqueza que dejaste,
los momentos en que nos quisiste tanto,
los imborrables besos,
las anécdotas con las que harías un libro,
los brindis con los buenos deseos,
la invariable broma de tu parte;
que de todas formas,
y casi siempre en los pequeños detalles,
con singularidad magnética
tu recuerdo nos volverá hacia ti.
No hay comentarios:
Publicar un comentario