sábado, 5 de julio de 2014

El lienzo






















Parado frente al lienzo en blanco, se ve.
Se ve y no se va.
Piensa en reflejos de textura y color,
en desnudez de piel y curvas,
en el sudor más hermoso del mundo.

La mente no fija una sola idea:
formas, sonidos, sentimientos,
desbordados ríos, lunas no esperadas,
cristales de colores, papel de China,
recortes de recuerdos, pedazos de futuros
y en las manos, el presente en un pincel.

Toca el lienzo, la piel desnuda,
pinta, diseña, dibuja, colorea,
da vida con sus besos…

¿Quién le dirá que su libertad es la que pinta?
¿Quién le dirá que este es su territorio?
¿Quién le dirá que tiene que creer en lo que aún no ve?

¿Quién le dirá que es por su amor que el lienzo cobra vida?

Bienvenida





















A Liz.
¿Qué pared soy?
¿Qué tipo de semilla te trajo a mí?
¿A quién le he de agradecer tu húmedo recorrido?
¿Qué tanto sabes de mi silencio, de las tormentas recibidas,
del implacable sol sobre mi pecho?
¿Cómo es que lentamente vas habitando mi áspera piel?
¿Qué sucede que me avanzas, que nada te detiene,
que trepas en mí como si fuese algo que siempre has conocido?

El tiempo avanza: tú me pueblas.

Y yo quieto,
callado,
muro…

El viento acerca tu perfume,
la quietud me trae tu olor
como un incendio de maravilla y polen,
y de alguna forma la piedra se dobla,
hunde su pecho con sobrenatural fuerza,
encalla, aprieta cicatrices y tatuajes…

Y si en un pequeño instante siente flaquear,
tu sólo olor la reverdece;
porque ahora es tiempo de darte a ti, mi corazón,

la bienvenida.

Apretar

Voy a apretar mis manos para que callen
el inmenso dolor de su estructura.
Voy callar mis manos para que no te digan nunca
lo que mi corazón les canta en su latir.
Hoy ha pasado mucho tiempo sin tu beso,
hoy han pasado huracanes sin tu nombre
pero arrasando con todo lo que a su paso encuentran.

Me pienso retirar. No porque quiera.
A veces es mejor observar a las flores, que tenerlas
en un pasillo para uno.
A veces también se me acaban las fuerzas
y no tengo nada qué decir.

Voy a apretar mis manos para que callen;
que hueso y músculo no sirvan más
que para ejercer su propio movimiento,
para que suene la guitarra bajo el temblor de sus acordes,
para que la espera no les canse en desespero.

Hoy voy a apretar mi corazón

para que mis manos callen.

De lo inacabado