A Liz.
“AIRE”
En
el aire se encuentra lo mejor de nosotros.
No
lo podemos ver,
pero
sabemos que está allí,
volando
como esas nubes huérfanas
y
madres de toda la belleza que
en
un solo momento nos puede caber en los ojos,
como
pequeñas fotografías desechables al momento
o
impresas para cuando más se necesiten.
No
es necesario que diga que me gusta el aire.
Mis
palabras lo anuncian,
lo
llevan en la esencia de su sonido,
y
es imposible dudar
que
también se llevan poco a poco
el
alma que las envía.
En
el camino del aire
se
encuentra el perfume de la mujer que amo
y
también se encuentra la dirección
que
podemos tomar cualquiera de nosotros.
Sin
embargo; creo yo,
hay
que estar preparados,
o
por lo menos concientes de que al viajar o partir,
muchas
veces es imposible voltear atrás
o
tan siquiera recordar.
En
el aire viajan los ángeles,
mis hijas son de aire también
es
por eso que las necesito tanto...
Hoy
el aire me ha traído
nubes
que me han hecho pensar;
y sin embargo, esto no es una gran hazaña,
sino
es más bien, la confirmación de que estoy vivo,
que
sufro, me alegro y me rompo
en
pequeños fragmentos cristalinos de colores,
que
poco a poco toman su camino
y
se empalman tras la espalda de alguno de ustedes;
corren
tras su cabello,
juguetean
sobre su cara
y
pasan justo en el momento
antes
del beso de quien aman,
para
volver a ser de nuevo
aire.
“AGUA”
Basta
un poco de agua
para
confortar un cuerpo sediento,
para
divertir a un grupo de niños,
para
limpiar las pequeñas manchas
que
vamos dejando a nuestro paso por la vida
y
que solamente nosotros percibimos.
Basta
un poco de agua
para
poder mirarse en un espejo y sonreír
o llorar,
para
hacer una mezcla fantástica,
para
sentirse vivo.
El
agua tiene el poder
de
mostrar las cosas como son:
claras,
transparentes o turbias;
puede
destruir las más grandes construcciones,
hacer
feliz a la peor de las personas o
rebanar
las noches más oscuras por medio de su canto:
Ah;
porque el agua canta...
Canta
sobre las piedras
y
su sonido indica vida;
cuando
su voz cae de entre las rocas
a
pronunciadas alturas
ella
no se desploma,
sino
que lleva consigo la osadía
de
firmar su sendero por el mundo,
formando
inigualables paisajes,
enseñando
al hombre
lo
que también podría hacer de su camino...
Cuando
era niño jugué con el agua.
Conozco
diversos mares, lagos y ríos,
varios
me han bañado
y
hay otros que jamás lo harán.
Y
es de pronto que comprendo
cuánto
nos enseña el agua:
ella
está en los lugares
que
desde tiempos antiguos se le han dado,
brindando
su servicio y propiedades
a
la gente que le rodea,
no
es necesario que la visiten o le aplaudan;
tan
sólo basta con que se le cuide,
aprendamos
a respetarla,
amarla
y necesitarla por
lo que es...
Ahora
he de partir;
porque
ya empezaron a caer las primeras gotas
y
puede que algún niño se moleste
si
no salgo a mojarme bajo la lluvia
y
a disfrutar del
agua.
“TIERRA”
En
cada curva de mujer,
en
cada mano que se abraza con otra,
en
texturas, en nuestros pies adoloridos,
en
los rostros que trabajan;
hay
tierra.
La
tierra no es más
que
un cúmulo de sueños hechos polvo,
es
por eso que ella ve nacer mujeres y flores,
hombres
y animales, montañas y sequías.
La
tierra es la persona
más
humilde que he conocido,
es
la cama más grande que he visto,
es
la piel más tersa que he tocado.
Ella
tiene olores diversos:
puede
oler a muerte,
a
lluvia hecha país,
a
calma noble,
a
sequedad de tristezas.
La
tierra a todos hace inclinarse
para
seguir las huellas de los perseguidos
o de los amados,
de
ella nacen las madres de todos nosotros,
a
ella se parecen,
es
por eso que es tan difícil no amarlas.
La
tierra me trae buenos recuerdos,
me
inspira para ver en mi interior y reconocerme,
me
motiva a no observar las superficialidades,
porque
ella esconde sus propios misterios,
grandes
riquezas, pasados,
viviendas,
historias, amores...
De
las montañas de la tierra,
es
decir; de sus entrañas observables,
nos
llenamos de júbilo,
de
inmensidad,
no
conozco a ningún hombre
que
haya subido a una y
continuase
siendo el mismo.
La
tierra de mi tierra sabe también a gente,
a
héroes muertos por ideales,
a
mitos y leyendas,
a
brujos y brujas,
sabe
a México;
y
la persona que algún día parte,
lo
sabe muy bien;
la
extraña.
Si
alguna vez de día o de noche,
dormido
o despierto
escuchas
voces y recuerdos,
abrazos
que te llaman,
besos
que pronuncian tu nombre,
que
te gritan,
es
porque será tiempo de que regreses a tu
Tierra.
"FUEGO"
Fuego en la tierra del volcán,
fuego en las aguas termales,
pero fuego sin aire,
jamás.
El fuego con sus mil formas
crea diversos mundos, paraísos
polimorfos,
como el cabello de una mujer o su
vientre,
la mirada o sus manos.
Cuando dos cuerpos se frotan en amor,
el fuego abre las compuertas de sus
pasadizos secretos,
se escabulle formando suspiros y
susurros,
que en su momento,
son las canciones más bellas a
escuchar.
El fuego de dos, los complementa,
la unión verdaderamente se hace
fuerza
y el amor titila en los ojos que se
miran,
arde en las bocas que se besan,
quema en las manos que se rozan
y se apaga por el sudor con que
concluye.
El fuego es lindo, jovial y diminuto,
pero también puede destruir,
romper en pedazos las cosas y
hacerlas cenizas
(que vuelven a ser tierra),
puede fragmentar en un segundo los
corazones
(que vuelven a ser agua que sangra),
o ver arder sin desconsuelo los
sueños prometidos
(que vuelven a ser aire),
las alegrías contenidas en mil tardes
de cariño;
los escritos hechos en tardes como
esta.
No puedo sentir pena por el fuego,
porque cuando arde es supremo;
soberano de la luz y de la magia,
amo de la noche, maestro de las
estrellas,
resplandor en los ojos del que
aprende,
destello de quien ama,
compañía del que está solo,
calor del enfermo, hijo del sol,
hermano mayor del rayo que fulmina el
horizonte.
Hoy, he de decir,
que quisiera tener en este instante,
un poquito de este
fuego.