martes, 12 de octubre de 2021

A 30 años



Con la misma devoción con que se eligen las flores y adornos del altar, 

las fotos que lucen, la ofrenda más simbólica.

Con la profundidad del rezo más íntimo, 

a la elección de las palabras precisas

para tocar el campo y mirar al cielo.

Con la intensidad de la lágrima cuando se sufrió la pérdida, 

cuando la despedida; 

y el grito eufórico ante la victoria. 

Con la mirada tranquila decidiendo con qué adentrarse al inexorable día a día, 

al futuro, al siguiente partido.


Si no se pueden oír las voces, las carcajadas, las bromas. 

Si no se pueden los abrazos y los besos, 

si en algún mal sueño se disipan los recuerdos. 

Si no hay otra forma de tenerte, de acercarme a ti, 

entonces que sea pisando el pasto al persignarme, 

el mismo que pisaste para entrar al campo, a los sueños.

Si los altares, ni los besos hacia arriba, al aire, al infinito. 

Si ni los tatuajes alcanzan...


Se buscarán otras pieles, otros escudos, 

otros rosarios, otros rezos y otras maneras de recordar a nuestros fallecidos... 

incluso en la manga del uniforme de fútbol de nuestro equipo.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

De lo inacabado