Con la misma devoción con que se eligen las flores y adornos del altar,
las fotos que lucen, la ofrenda más simbólica.
Con la profundidad del rezo más íntimo,
a la elección de las palabras precisas
para tocar el campo y mirar al cielo.
Con la intensidad de la lágrima cuando se sufrió la pérdida,
cuando la despedida;
y el grito eufórico ante la victoria.
Con la mirada tranquila decidiendo con qué adentrarse al inexorable día a día,
al futuro, al siguiente partido.
Si no se pueden oír las voces, las carcajadas, las bromas.
Si no se pueden los abrazos y los besos,
si en algún mal sueño se disipan los recuerdos.
Si no hay otra forma de tenerte, de acercarme a ti,
entonces que sea pisando el pasto al persignarme,
el mismo que pisaste para entrar al campo, a los sueños.
Si los altares, ni los besos hacia arriba, al aire, al infinito.
Si ni los tatuajes alcanzan...
Se buscarán otras pieles, otros escudos,
otros rosarios, otros rezos y otras maneras de recordar a nuestros fallecidos...
incluso en la manga del uniforme de fútbol de nuestro equipo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario