martes, 12 de octubre de 2021

A 30 años



Con la misma devoción con que se eligen las flores y adornos del altar, 

las fotos que lucen, la ofrenda más simbólica.

Con la profundidad del rezo más íntimo, 

a la elección de las palabras precisas

para tocar el campo y mirar al cielo.

Con la intensidad de la lágrima cuando se sufrió la pérdida, 

cuando la despedida; 

y el grito eufórico ante la victoria. 

Con la mirada tranquila decidiendo con qué adentrarse al inexorable día a día, 

al futuro, al siguiente partido.


Si no se pueden oír las voces, las carcajadas, las bromas. 

Si no se pueden los abrazos y los besos, 

si en algún mal sueño se disipan los recuerdos. 

Si no hay otra forma de tenerte, de acercarme a ti, 

entonces que sea pisando el pasto al persignarme, 

el mismo que pisaste para entrar al campo, a los sueños.

Si los altares, ni los besos hacia arriba, al aire, al infinito. 

Si ni los tatuajes alcanzan...


Se buscarán otras pieles, otros escudos, 

otros rosarios, otros rezos y otras maneras de recordar a nuestros fallecidos... 

incluso en la manga del uniforme de fútbol de nuestro equipo.


miércoles, 2 de junio de 2021

De ahí



Tras de mí viene el tiempo 

y el aire que todo erosiona,

llevando, trayendo a placer hojas y recuerdos;

despedidas, saludos, bienvenidas. 


De lo intangible es que se alimenta el alma,

de los abrazos pendientes,

de la furtiva esperanza del reencuentro,

del hijo por nacer,

de la historia por contar, 

del viaje por hacer,

del sueño por cumplir. 


También resguarda celosamente su pasado,

custodia de sí misma 

atesora las palabras, las sonrisas,

las formas de servirse una cerveza, 

los inconfundibles gestos con que se 

recuerda el rostro de nuestros muertos,

las mentadas de madre, 

las canciones de las que se dice: “esa le gustaba…”;

las formas de bailar, el caminar distintivo,

los acomodos al dormir, 

el idioma propio de las manos,

los saludos especiales para cada uno,

las miradas que inevitablemente, 

algo dicen.


En ese espacio se protege

lo mejor de cada uno de nosotros: 

la esencia de lo que nos hace llorar

los gestos que imitamos para no olvidar

lo que nos hace cantar y escribir 

las palabras y frases que se dicen con la única intención

de recordar a alguien.


Ahí es nuestro origen

ahí nos encontramos

de ahí la fuerza

de ahí el futuro.

De lo inacabado