“Él sabe
a dónde llega.. por eso nos eligió”.
David
Eduardo E.
I
Llegaste tan de
sorpresa
pequeño,
abrazabas mi pulgar
con tus manos diminutas
mientras te
llenábamos de besos en la voz
durante el mes que
fue tu casa el hospital.
II
Dos años sin una
línea, sin el verso trepidante,
con la mente
disfrutando de tu vida.
Cómo no amar el
cabello, la piel,
el hoyuelo que me
trae la sonrisa de tu abuelo
o la honesta
carcajada en que me envuelves
cuando juegas y te
vas corriendo a que te encuentre.
Lo fascinante de la
vida son las sorpresas
que nos tiene
preparadas a la vuelta de la esquina,
al apretar los ojos
para ver entre la niebla
y descubrir ese
misterio que rodea.
Qué noble, qué
íntima y qué delicada
es la enseñanza
entre padres e hijos
porque es de ida y
de vuelta;
ambos crecen,
ambos se regalan,
se saben,
se aprenden
se aman.
III
Es fuerte la
emoción con que te escribo
porque he sido
testigo también de tus tres hermanas,
ustedes son la
realidad que me despierta
y me permite
bendecir cada mañana.
Ya tengo que
terminar estos versos
porque es tu voz la
que me llama para el juego
con esa urgencia de
que el mundo se acabara
y es imposible que
me pierda yo la cita
que para verte
crecer y ser feliz,
vamos! Tu padre te
acompaña.